por Pablo Federico Tapella
“Somos quienes sostenemos el arraigo en el campo profundo o en los cordones hortícolas periurbanos”. Unión de Trabajadores de la Tierra.
El periurbano expresa una situación de interfase entre el campo y la ciudad, dos términos aparentemente delimitados. Se relocaliza, extiende, desplaza o muda sus componentes; su abordaje no ofrece al observador garantías de permanencia. Antes bien, si se revisan las investigaciones que reflexionan sobre su carácter, éstas advertirán, por regla general, su atributo de indefinición, su condición transicional.
El desplazamiento de la frontera urbana sobre el espacio que circunda las ciudades afecta directamente los cinturones hortícolas que suministran alimentos a la población. Los anillos atraviesan cambios que condicionan la emergencia de conflictos por el uso del suelo y contornan la competencia entre viabilidades diversas, solapadas en un mismo espacio físico.
Los fenómenos son subsidiarios de procesos económicos relativos a la valorización capitalista de secciones de los territorios, en razón de la incorporación real o potencial de tierras que se transforman en nuevos bienes de la economía inmobiliaria. Estas explotaciones de proximidad son especialmente vulnerables a los fenómenos vigentes de reestructuración territorial. La interfaz rural-urbana recoge efectos de las tendencias globales de la producción agropecuaria, la localización, la especialización y la industrialización de las prácticas agrícolas, y de la peri-urbanización que comanda el capital.
El plan de investigación de quien escribe comprende el abordaje comparativo de espacios que asientan explotaciones agrícolas de proximidad, en el análisis de la configuración de los sistemas agroalimentarios. Este estudio se desarrolla en el marco de una beca doctoral de CONICET desde el PETAS, Instituto de Investigaciones Socioeconómicas de la Facultad de Ciencias Sociales (UNSJ), bajo la dirección del Dr. Pablo Rodríguez Bilella y Dr. Daniel M. Cáceres.