por Natasha Zaiat
Lo primero fue una célula en el mar. Era primavera y eso siempre ayuda a que las cosas nazcan. Después vino el verano, y eso fue mejor, porque el calor hace que las cosas se expandan. La célula chocó contra otra, y esa explosión ocupó todo el océano hasta llegar a la orilla. Ahí nacieron las primeras bestias. No hay que olvidar los orígenes, se vuelve todo confuso sino.
¿Ves? Es importante la memoria. Es loca, se va, viene. Es selectiva, deliberada, por eso es importante agarrarla. La memoria es una serpiente escurridiza. Hay que recordar las cosas importantes. No da lo mismo. Hay que recuperar la memoria perdida, porque la memoria puede ser a veces también una creación. Hay que tener cuidado con eso, porque entonces la verdad se vuelve una ficción inventada y ya no sabemos distinguir qué pasó y qué no ¿No te pasó nunca algo así? De no saber si fue un recuerdo o algo que te contaron alguna vez y se desarmó y se volvió a armar y al final nuestra historia es un Frankenstein incomprobable. Qué confusión.
Decía, todo empezó en verano ¿O era primavera? En fin, da igual. Eso pasa. Empieza a nada importar. En verdad, todo empezó en otoño. Cuando el paisaje se descascara, cambiamos de piel y todo se baña de hojarascas. Todo empezó ahí, cuando nos despetalamos. Eso hay que recordar. Que hubo un día que cambiamos la piel y fue siniestro. Todo se ensordeció de silencio, se hizo la noche en la noche, y vacío en las calles de la desaparición. Por eso hay que ejercitar la memoria, para poder decir a ciencia cierta que, por ejemplo, existió la mesopotamia, el paleolítico, que existió el golpe y los dinosaurios. Hubo un tiempo de eso. De dinosaurios. Prohibido olvidar.
Pero mejor hablemos del amor. Mejor hablemos de las historias. Mejor hablemos de las abuelas que nos cuentan historias. Ellas son las mejores para no olvidarnos de las cosas importantes. Todo se toca siempre con el origen. Ahora, por ejemplo, se siente como si estuviéramos en el fondo del mar ¿Lo sienten? Hay poco aire. Hay silencio. Nuestra piel se deshace como tiras de papel crepé, cambia. Eso es porque terminó el verano y ya estamos en otoño. Y aquí estamos, aquí estaremos, en las cuevas que se hacen en el fondo del océano, ahí cerca del centro de la tierra, aquí como trinchera de la memoria por la verdad, por la justicia, y seremos el comienzo, cuando todo parezca terminar, seremos el comienzo, la célula que choca con la otra célula, seremos expansión, llegaremos a la orilla y venceremos una vez más a los dinosaurios, a dónde vayan los iremos a buscar.
Natasha Zaiat nació en Capital Federal en 1993. Es actriz, escritora y docente. Es Licenciada en actuación, egresada de la Universidad Nacional de las Artes, y como actriz y dramaturga hace teatro independiente. Además, ejerce como docente de actuación y entrenamiento corporal y está a cargo de un taller de escritura. Es columnista del programa Cheque en Blanco, Futurock.FM.
¡Muchas gracias Natasha por permitirnos compartir tus palabras con nuestra comunidad universitaria!
Lindo texto
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Me encanto el texto de la memoria, lindamente escrito e invita a no olvidar.
Martha Lucía
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