por Yanina Iturrieta (*)
Dicen que San Juan es un desierto, que no hay verde, sólo piedras. Dicen que San Juan es inflexible. Pero está: veo el verde que se mueve. El verde vida, el verde cambio, está! [1]
Es recurrente escuchar y leer comentarios que retratan a San Juan como una provincia conservadora, de tradiciones machistas, contraria a los derechos de las mujeres y las diversidades. Claro, no son novedad las graves omisiones y negaciones en la garantía de estos derechos por parte de funcionarios públicos y representantes políticos locales.
Ciertamente, acciones y omisiones gubernamentales le han dado forma a una política oficial sobre nuestros cuerpos y sexualidades, cuyos efectos precarizantes se distribuyen y nos afectan de manera desigual. Pero lejos de ser totalizante, esta política ha dejado insterticios por donde los movimientos feministas, en alianza con trabajadorxs de distintos sectores, han podido generar otras políticas para nuestras vidas. Es que, como nos enseñara Foucault, las relaciones de poder no pueden existir más que en función de una multiplicidad de puntos de resistencia.
Así, frente a las medidas de gobierno en tal sentido, hubo manifestaciones públicas y multitudinarias -especialmente desde la marcha por Ni Una Menos del 3 de junio de 2015- reclamando el respeto de los derechos establecidos, mostrando las condiciones de vulneración de mujeres y diversidades y exigiendo decisiones políticas que reconozcan y atiendan estas situaciones. Es por eso que, junto a colegas y compañerxs, consideramos que la representación de San Juan contraria a los derechos de mujeres y diversidades se corresponde más con una estrategia del poder hegemónico que pretende crear la imagen de una sociedad homogénea a la medida de sus intereses. Y, sostenemos, quizás sería más preciso y conveniente distinguir a cierta dirigencia política sanjuanina como guardiana de una estructura social que precariza y vulnera nuestras vidas, antes que generalizar bajo esta representación a todo el territorio local.
A su vez, vemos necesario poner de relieve aquellas experiencias locales que se oponen a estas lógicas y sostienen otros modos de habitar y estar con otrxs. Entre ellas, y en base a investigaciones propias y colectivas acerca de feminismos, emociones y políticas del cuerpo y la sexualidad, a continuación destacaré ciertas estrategias desarrolladas por los feminismos locales que, según entiendo, contribuyen a generar condiciones de posibilidad para la implementación del Aborto Legal y Voluntario en San Juan[2].
Políticas de visibilidad frente a las políticas de homogeneización y silenciamiento
Si no se reconoce una necesidad, difícilmente se implementen medidas para resolverla. Basándose en discursos que niegan las necesidades de quienes abortan en San Juan, no se implementan medidas para ampliar y mejorar su atención.
Por el contrario, se van conformando barreras que terminan por expulsar a las personas del sistema de salud y orillándolas a iniciar una trayectoria, más o menos imbricada según cada caso, hasta encontrar otro espacio, institucional o no, que les permita abortar.
Es que este rechazo no disuade la decisión de abortar, pero sí fuerza a transitar el proceso de un modo sinuoso, provocando emocionalidades deteriorantes como miedo o incertidumbre. Sin embargo, aunque ciertas prácticas de rechazo institucional son habituales, las demandas en las instituciones sanitarias no disminuyen, por lo que terminan sobrecargando los pocos centros de atención que garantizan abortos, generando un cuello de botella y perjudicando las condiciones de trabajo de profesionales garantes. Para revertir esta situación, es necesario reconocer que existen abortos en San Juan y tomar medidas reales para mejorar su atención, especialmente por parte de decisores políticos, principales responsables de la problemática.
Por su parte, feministas, referentes sociales, artistas, académicxs, profesionales de la salud, personas que abortaron o que conocen alguien que lo hizo, vienen contribuyendo a este reconocimiento social. Animadxs por las movilizaciones y el debate público de 2018, han puesto en el centro del debate sus propias experiencias de aborto, sacándolas del ámbito de lo oculto, haciendo audibles vivencias silenciadas por años, décadas incluso. Y ese lazo que une a las personas con su entorno afectivo, con sus hijxs, madres y otrxs parientes, con parejas, compañerxs, amigxs, adquirió otra tonalidad marcada por la empatía y la complicidad. Hicieron del cariño una forma de comprensión, una forma de estar con otrxs.
Como parte de estas estrategias de visibilización, la organización nacional Socorristas en Red[3] difunde relatos y un registro pormenorizado acerca de las personas que acompañan a abortar. En San Juan, la colectiva socorrista Las Hilarias ha mostrado que en la provincia sí hay abortos, y que abortan personas en todos los departamentos y localidades sanjuaninas; con diferentes niveles de estudio; sin trabajo y/o con mínimos ingresos económicos, así como también personas que trabajan y ejercen distintas profesiones, incluidas profesionales del sistema de salud o personal de la policía. También, que abortan personas religiosas, aunque en su mayoría no practican los ritos de las instituciones. Que abortan personas de todas las edades, que muchas son madres, y han sufrido violencia de género, y que las niñas y adolescentes sufren enormes vulneraciones a sus derechos cuando se les niega la posibilidad de abortar[4].
En el año 2020, comunicadoras y periodistas de diferentes provincias del país realizaron numerosas campañas gráficas y audiovisuales para apoyar la lucha por la legalización del aborto. Una de ellas fue una campaña audiovisual en la que difundían testimonios de mujeres y varones de distintas regiones contando por qué cambiaron su opinión de rechazo sobre el aborto, y comenzaron a apoyar el reclamo de legalización como un asunto de salud pública y justicia social[5]. En este trabajo, que incluyó relatos de habitantes de San Juan, la mayoría de participantes da cuenta de experiencias de personas de su entorno que abortaron en soledad, sin cuidados, con miedos y numerosos riesgos, lo que les llevó a considerar la necesidad de contar con condiciones dignas y justas para quienes se encuentren en esta situación.
Acompañamientos y cuidados ante un gobierno que abandona
Son varias las personas que desde hace años se vienen organizando de forma individual o colectiva para ayudar en sus procesos de aborto a quienes los necesitaban.
En San Juan, Las Hilarias Socorristas En San Juan, Las Hilarias Socorristas en Red acompañan a quienes deciden abortar desde el año 2014. La Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir, que desde 2018 brinda atención pre y post aborto, en el año 2020 comenzó a garantizar el acceso a la práctica en el sistema de salud.
Quienes acompañan a personas que abortan comparten saberes sobre cuidados a tener en cuenta durante el proceso, traspasan fronteras para achicar las disparidades en el acceso a procedimientos seguros de aborto, ponen sus estudios y herramientas profesionales a disposición del hacer colectivo. Así, asumen el compromiso de apoyar/sostener la posibilidad de múltiples experiencias, de afirmar su realidad y hacerlas inteligibles, oponiéndose al discurso hegemónico de descrédito y omisión que por mucho tiempo mantuvo la clase política en cuanto al aborto.
Alianzas múltiples y estrategias colectivas frente a las políticas de la individuación
A diferencia de otras provincias de Argentina, en San Juan no hubo adhesión a políticas públicas nacionales ni elaboración de políticas provinciales para el acceso a abortos legales. En tales condiciones, se han ido conformando dificultades y obstáculos para acceder a esta práctica en el sistema de salud. Algunas de las barreras que encontramos previo a la sanción de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y que aún persisten son: la negación u ocultamiento de información o la desinformación respecto del aborto y sus consecuencias, la incitación a cambiar de decisión y dar continuidad al embarazo, la conformación de circuitos burocráticos para solicitar un aborto, la expulsión del sistema de salud como consecuencia de las anteriores barreras. También, con relación a las experiencias de profesionales de la salud, encontramos la falta de apoyo institucional, la descalificación entre pares por estar a favor o trabajar en la atención de abortos, la derivación entre profesionales de la salud sobrecargando a quienes garantizan la práctica, entre otras[6].
Apoyándose en una larga trayectoria de luchas sociales, los feminismos sanjuaninos han hecho posible diálogos y alianzas estratégicas entre movimientos y distintxs funcionarixs y trabajadorxs estatales, profesionales y jurídicos.
Por supuesto, los acuerdos y consensos nunca son absolutos, no anulan la heterogeneidad de posiciones y las tensiones que se hayan latentes en la base de cada articulación. Así, en el adverso escenario de la pandemia por Covid 19, cuando las restricciones a la circulación y las medidas de aislamiento dificultaron la autogestión de abortos, feministas y trabajadoras de salud comprometidxs con estas luchas abrieron caminos para conformar los primeros equipos de ILE en la provincia[7].
Sobre la base de este proceso se fue ampliando la construcción de legalidad del aborto en la provincia. Es que aunque digan que San Juan es inflexible, las experiencias de organización feminista local y de trabajo conjunto que llevaron adelante trabajadorxs estatales, profesionales de la salud y organizaciones durante ese 2020, significaron la antesala para la implementación de la Ley de Aborto Legal y Voluntario en San Juan a partir de 2021: son el verde que se mueve; el verde vida, el verde cambio. En suma, teniendo en cuenta este recorrido, creemos que el movimiento feminista en vinculación con otros sectores clave, van a seguir impulsando la efectiva implementación de la IVE, señalando las limitaciones que suponen los dispositivos de poder, planteándonos un horizonte en el que seguir involucrándonos colectiva y creativamente para tender a mejores condiciones para nuestras vidas.
(*) Yanina Iturrieta es licenciada y profesora en Sociología; becaria doctoral de CONICET, integrante del PETAS. Cursa el doctorado en Estudios de Género en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Es investigadora y docente de la Universidad Nacional de San Juan e integra el Espacio de Sociología Feminista(s) en San Juan (GEIS-FACSO-UNSJ) y el Equipo de Investigación «Género y Sociedad» (IISE-UNSJ). Investiga sobre políticas del cuerpo y la sexualidad en torno a experiencias de aborto en San Juan.
[1] Fragmento que integra un audiovisual producido en 2020 por comunicadoras sanjuaninas integrantes de la Mesa por el aborto Legal de San Juan (ver audiovisual).
[2] Un análisis de algunas de estas experiencias se encuentra disponible en Córdoba, D., Lucero, G., Iturrieta, Y. y Chousal, P. (2022). Memorias feministas de la lucha por el aborto en San Juan, Argentina. Iberoforum, Revista de Ciencias Sociales, Nueva Época, 2(1), 1-50, Artículos, e000211.
[3] Para más información sobre Socorristas en Red ingresar a este enlace.
[4] Para ampliar ver presentación de la sistematización de acompañamientos a abortar de Las Hilarias Socorristas en Red, año 2020; Iturrieta, Y. (2021). La política feminista del cuidado de Socorristas en Red. Experiencia organizativa y sistematización de acompañamientos de Las Hilarias en San Juan. Revista Tramas Sociales, 3(3), 101-133.
[5] Algunas producciones de esta campaña pueden verse eneste enlace.
[6] Resultados parciales de investigación publicados en Iturrieta, Y. E. (2022). Política de aborto en San Juan. Experiencias y desafíos a partir de su legalización. Derecho Y Ciencias Sociales, (26), e098.
[7] Iturrieta, Y. (2021). Estrategias de organizaciones feministas para la ampliación del acceso a ILEs en San Juan, en el marco de la pandemia por COVID-19 [Ponencia no publicada]. XIV Jornadas de la Carrera de Sociología FCS-UBA Argentina.