Durante la segunda parte del año 2019 el PETAS desarrolló el proyecto de extensión universitaria “Educación Popular en contextos de encierro” en el Servicio Penitenciario Provincial de San Juan. Este proyecto fue ejecutado junto con la Asocación Fe y Alegría en su sede local del Centro Genesaret, involucrando a voluntarios, estudiantes y docentes de la UNSJ. A partir de las restricciones que impuso la pandemia del COVID-19, se imposibilitó darle continuidad en el Servicio Penitenciario y se decidió articular el trabajo de extensión con las labores que realiza el Centro Genesaret con poblaciones vulnerables. En esta entrada presentamos parte de la realidad de este centro, a partir de una síntesis de una nota periodística que recientemnete realizara el Diario Huarpe.
Vanina Vedia dio su primera entrevista como mujer libre. Si bien la libertad que le otorgaron es condicional, no puede ocultar la emoción al pensar que volverá a ver a sus tres hijos. Tampoco al pensar que aquel lugar que muchos ven como el final, ella lo vio como un principio para cambiar.
“Pensarán que estoy loca, pero doy gracias de haber ido al penal. Si no hubiera sido por eso no sé qué estaría haciendo ahora” dice sentada en el lugar que hoy le dio la chance de rehacer su vida: el Centro Genesaret, un lugar de apoyo y contención para sanjuaninos que recuperaron su libertad o están por hacerlo.
Desde peluquería hasta pastelería, el centro da herramientas para la resinserción social, como lo testifica Fabiola Lara, representante en San Juan del movimiento Fe y Alegría, con sede en el Centro Genesaret, quien comenta lo siguiente: “[…] buscamos lograr la integración social de las personas en situación de cárcel o con algún conflicto con la ley, así como con poblaciones que no han podido acceder a la educación. Brindamos herramientas para educación para el trabajo, competencias de educación emocional, lograr un proyecto de vida y repensarse para transformar sus comunidades”.
Edith Moreno es estilista y la vida la cruzó con Fabiola en un retiro espiritual. Conocedora del oficio de peluquería prácticamente desde su infancia, nunca se imaginó que terminaría en el penal dando clases a internas y en el Centro Genesaret a un grupo tan diverso.
“Al principio tenía miedo porque no sabía con qué me iba a encontrar en el penal. Pero después de dos años dije que sí», relató. Comenzó a dar clases de estilismo en el sector femenino de la Penitenciaría y en el Centro Genesaret, usando sus propias herramientas y materiales para enseñar. “Hay personas que no quieren cambiar, pero otras si se esfuerzan un montón y quieren superarse. Es hermoso ver las ganas de crecer y como trabajan. A mí me llena el corazón”, dijo emocionada.
Vanina es una de esas alumnas de Edith que asistió a sus clases en el Centro Genesaret, cuando obtuvo las salidas transitorias en marzo de 2021. A principios de octubre, recibió la libertad condicional tras cuatro años en el penal. “Me encantaría abrirme una peluquería y abrir mi propio local. Quiero terminarlo. En la cárcel tenés mucho tiempo para pensar y ahora quiero demostrarles lo mejor a mis hijos”, expresó emocionada. Sus hijos tienen 13, 12 y nueve años y son su nuevo camino. “Ahí valoras lo que son los hijos y la familia. No pude terminar de conocer a mis hijos y ahora están tan grandes. Yo les pido perdón por todo y ellos me han perdonado”, reflexionó.
Al igual que Vanina, otras internas aprenden y buscan un mejor mañana ya sea en el penal o en Genesaret, que siempre tiene las puertas abiertas a quien se acerque a golpearlas. “Mucha gente conoce las cárceles. Son esos lugares de la vida donde uno no puede salir y pueden estar en cualquier parte. Ahí uno empieza a empatizar un poco. Uno puede elegir como vivir cada cárcel, aprender que la libertad es elegir y la madurez de desapegarse”, cerró Fabiola.
Edith cree en el milagro de las pruebas de transformación que ve a diario. “Estar ahí o en el Centro Genesaret y ser testigo de esa transformación… Siento que es un milagro que se puede ver”, cerró y agregó: “Y quiero seguir dando clases hasta que Dios me lo permita porque realmente lo disfruto”.
Vanina ahora disfruta de sus hijos y busca ser un mejor ejemplo para ellos. Y también planea hacer un nuevo curso en Genesaret de pastelería para seguir aprendiendo. Y ella, mejor que nadie, sabe que quien quiere cambiar, puede hacerlo si se lo propone. “Nunca imaginé que iba a terminar en el penal. No todas las personas quieren hacer el cambio, pero quien quiere puede hacerlo”, y aconsejó: “Uno deja un montón de cosas afuera cuando llega al penal. Y a los que pueden llegar, me gustaría decirles que piensen dos veces antes de actuar”. El Centro Genesaret camina de la mano de los testimonios de quienes pasan por sus aulas, sosteniéndose en la fe: la del cambio y la de crecer.
La nota del Diario Huarpe incluyó este video testimonial, el que habla a las claras de la relevancia de esta iniciaciativa impulsada por la Asocación Fe y Alegría y el Centro Genesaret con el apoyo de la Universidad Nacional de San Juan a través del proyecto de extensión ejecutado por el PETAS.
Agradecemos a Diario Huarpe por cubrir la experiencia y ceder su material periodístico y documental para esta nota.