Por Lidia Furlani y Natalia Silva
Los temores respecto a la escritura suelen acrecentarse mientras más nos acercamos a la rigurosidad científica. Las formaciones de posgrado nos hacen escribir tesis o artículos con una alta vigilancia sobre los términos académicos establecidos, las normas de citación, la bibliografía actualizada que fundamenta nuestros postulados, la discusión y las posturas críticas. Muchas veces, todo esto no hace más que coartar nuestros tímidos intentos de construir con las palabras escritas nuestras ideas.
En ese contexto, nos animó a escribir este ensayo la posibilidad de hablar con algo de soltura de las mujeres rurales, usar la palabra de otros modos, sacándole el temor de la cientificidad, pero jugando ahí cerca.
Se trata del concurso anual del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) que propuso para la realización de ensayos la temática “Mujeres Rurales: Innovando estrategias, transformando realidades”.
La propuesta buscaba experiencias de autogestión de las mujeres en el área rural, por lo que la convocatoria era pertinente para nuestros temas de trabajo. Pero, más importante, por las experiencias de vida que atravesamos: somos mujeres rurales que investigamos y escribimos.